Igualdad

El reto de la Igualdad entre hombre y mujeres LA MUJER DECIDE

Las jóvenes del siglo XXI son herederas de la historia de las mujeres. También de esa historia de subordinación y desigualdad, y de la que se escribe con la lucha de las mujeres por el derecho a la igualdad de oportunidades. Desde hace más de dos siglos las mujeres han luchado por ser ciudadanas al mismo nivel que los hombres y, a esa lucha que ha posibilitando un cuerpo teórico e ideológico y una gran cantidad de transformaciones en la cultura y en la sociedad la hemos llamado movimiento feminista.

De este movimiento nos sentimos parte y herederos y herederas. Hoy por hoy hombres y mujeres debemos revisar y hacer propuestas que sigan permitiéndonos avanzar. Porque, además, los y las jóvenes de hoy estamos viviendo las conquistas del feminismo. Las transformaciones económicas, sociales y culturales que éste ha hecho posible.

La situación actual en la sociedad de las mujeres no es la misma que la de generaciones anteriores. Son la generación de mujeres con el nivel de formación más alto de la historia de nuestro Estado y la primera generación de jóvenes mujeres que se ha beneficiado de las políticas de igualdad. Esta es nuestra mayor herencia del feminismo y sabemos que si nuestra vida es hoy mejor ha sido gracias a un gran número de mujeres que han luchado, incluso hasta entregar su vida, contra la injusticia y la desigualdad.

No obstante, esta nueva realidad está dando lugar a nuevos conflictos. Hubo que luchar por el voto y por tener los mismos derechos públicos y privados y por cambiar las mentalidades, rompiendo con la tradicional imposición de roles que nuestra sociedad asigna a hombres y mujeres, dependiendo del género del que uno/a forme parte.

Las mujeres y los hombres arrastramos una cultura ya antigua. A las mujeres se las educaba para vivir el mundo de lo privado, el cuidado hacia los demás; a los hombres, para vivir el mundo de lo público, para decidir sobre lo económico, lo político, la sociedad y la cultura. Sin embargo en los últimos tiempos las mujeres se han ido incorporando a espacios públicos. Las jóvenes han asumido roles reservados hasta ahora exclusivamente a los hombres. En la incorporación a lo público, y esto junto a su herencia cultural como mujeres, provoca que se encuentren ante una situación de conflicto personal y social, porque afecta a su identidad respecto a ellas mismas y a las de los demás.

Las opciones que se les ofrecen son claras y estereotipadas y, sin embargo, ninguna de ellas las convence. Pueden seguir cumpliendo el papel tradicional de dedicación a la familia y a lo afectivo, pueden dedicarse a trabajar y a conseguir una carrera profesional sin ocuparse de su vida afectiva, o intentar compaginar ambas esferas, tarea dificilísima porque todavía existe el llamado techo de cristal. No obstante este modelo no nos gusta, y ha agotado a muchas mujeres. Sabemos que el éxito, su éxito, tiene que ver con la oportunidad de compartir tanto en lo público como en lo privado.

El feminismo como instrumento transformador, de análisis y cambio de la realidad nos ha permitido avanzar hasta donde estamos, y hoy creemos que puede seguir siéndonos útil en la transformación de la sociedad necesaria para hombres y mujeres. Nuestra solución está en el desarrollo de pactos a diferentes niveles, pactos con ellas mismas, con las demás mujeres y entre hombres y mujeres, pactos de equidad que nos permitan el desarrollo de un modelo de relaciones diferentes.

Lo fundamental es superar los roles y las tareas preasignadas. No hay tareas masculinas y femeninas, ni comportamientos masculinos o femeninos. Lo que debe haber es libertad y respeto para que cada persona pueda, en base a la igualdad de oportunidades, ser y hacer aquello que quiera, independientemente de su sexo

En esta misma línea debe apostarse por la conciliación de la vida familiar y la laboral, de manera especial para las mujeres, de forma que su carrera no suponga para ningún trabajador una renuncia a la familia

PACTO INTRA-GENERO

Las mujeres entre ellas mismas también han de hacer un pacto como género a través del conocimiento y la posibilidad de avanzar en las tareas comunes. Trabajar por la igualdad de oportunidades reconociendo y respetando las diferencias entre ellas.

Y entre estas diferencias hay una que es fundamental, la de la edad. La necesidad de un pacto entre jóvenes y mayores se hace cada día más urgente.

Las jóvenes siguen creyendo que las mayores no las entienden, éstas que las jóvenes son menos activas de lo que les gustaría. Además tenemos la sensación de que las mayores les hacen tapón generacional, y ellos, los hombres, les ponen techos de cristal. Es muy difícil si se es mujer joven entrar en los lugares donde se toman decisiones.

Las mayores se empeñan en que las jóvenes sean perfectas, es decir, lo que ellas hubieran querido ser, que luchen al máximo por sus objetivos y que reivindiquen sus demandas. Las jóvenes en su rebeldía se niegan a ser perfectas y, ante un mundo diferente al que ellas han vivido, tratan de encontrar respuestas a nuevas preguntas, nuevos problemas, nuevas reivindicaciones y buscan que las mayores las escuchen y les dejen espacio desde el que sea posible que se oiga su voz.

PACTO INTER-GENERO

Además para avanzar creemos importante la construcción de un pacto entre mujeres y hombres. Los hombres también necesitan plantearse su papel en la sociedad y su rol en la vida pública y privada. No sólo es necesario que entiendan la justicia de que las mujeres están en igualdad de condiciones en lo público, sino también es necesario que se comprometan en lo privado, que reconozcan su deber de compartir las responsabilidades para con la familia, y no sólo porque asuman su parte en las responsabilidades sobre la familia, también porque aprendan a vivir y compartir lo afectivo. Sólo de esta manera hombres y mujeres podremos tener una vida plena y de mayor calidad.

Sabemos que cambiar las actitudes de hombres y mujeres respecto a los roles de género significa mejorar la calidad de vida de todos y todas, y además que para esto es necesario un proceso de revisión de la educación y de la transmisión permanente de una cultura que sigue siendo desigual y discriminatoria.

Es la única manera de que todos podamos elegir nuestra vida más allá de nuestro sexo biológico, rompiendo con las diferencias de género. Y es además la única manera de que hombres y mujeres podamos convivir, entendernos y respetarnos en el marco de unas relaciones públicas y privadas entre iguales, donde no existan privilegios ni discriminaciones.

Partiendo de la evidencia de que el hombre y la mujer son iguales como personas: Ha de ser responsabilidad compartida la aceptación de esta evidencia y el compromiso serio y real por parte de los hombres de que compartir responsabilidades, obligaciones y derechos a todos los niveles no significa en ningún caso la pérdida de "privilegio" alguno. Si tenemos en cuenta que esta evidencia no es práctica habitual, aún hoy a las puertas del siglo XXI, los y las jóvenes socialistas reclamamos:

  • El reconocimiento público de la mujer como figura imprescindible en la historia de la Humanidad. Su incorporación responsable a los diferentes ámbitos de la vida social, política, cultural, y su poco valorada bivalencia como madre-padre en la tradicional fórmula familiar, en muchos casos hace obligatoria una Resolución Internacional que, de forma definitiva, termine con la discriminación de la mujer, por el hecho de ser mujer.
  • Sanciones de tipo económico a aquellos países que en sus leyes no reconozcan el papel social del hombre y la mujer en igualdad de condiciones.
  • Aislamiento internacional, en todas las áreas, para aquellos países que no reconozcan los mismos derechos a hombres y a mujeres. (Un buen ejemplo sería el tratamiento social por las mujeres en Afganistán.) Planes de embargo, en materia de cooperación, con los países que, según informes de la OMS, mantengan en la actualidad "procedimientos" que, al amparo de tradiciones seculares, atenten contra la integridad física y psíquica de la mujer (p. ej., Obligaciones, etc...).
  • Apostamos por todas las formas de participación social de las mujeres.
  • Estudiar y analizar en profundidad los problemas y barreras que tienen las mujeres en su desarrollo como personas, entendiendo éste desde un punto de vista integral, para concienciar a la sociedad.
  • Reclamaremos programas destinados a las mujeres en todos y cada uno de los ámbitos con especial atención a aquellas jóvenes en situación marginal por su lugar de residencia, cultura, profesión, estatus, color de piel, religión y orientación sexual.
  • Abogamos por una educación transversal que defienda los valores de la igualdad de las personas y que rompa con los estereotipos y los roles de género, que son barreras para el desarrollo integral de la persona
  • Que se difundan las manifestaciones culturales de las mujeres jóvenes.
  • Lucharemos para que sea una realidad la integración laboral de las mujeres buscando además la apertura hacia áreas laborales no tradicionales.
  • Que se establezcan las medidas adecuadas para dar una imagen más rica, plural y matizada de las mujeres en los medios de comunicación.
  • Apoyamos le Ley Integral contra Violencia de Género
  • Apoyamos la Ley de Igualdad que impulsa el Gobierno socialista LIBERTAD E INDEMNIDAD SEXUALES: DOS DERECHOS A POTENCIAR EN EL SIGLO XXI.

    Dentro del concepto de libertad, como facultad del ciudadano par obrar todo lo no prohibido, se halla una derivación en el ámbito de la sexualidad, entendida ésta como la parte del ser humano destinada a la satisfacción de las necesidades sexuales entendida en último término como propia realización de la persona.

    De este modo, las/los jóvenes socialistas consideramos dignos de protección dos derechos y libertades fundamentales: Por un lado la libertad sexual, como derecho de proyección individual, dependiente única y exclusivamente de nuestra esfera más intima.

    Por otro, la indemnidad sexual, como protección respectos a los posibles abusos factibles a menores y discapacitados; con el fin de salvaguardar su libre y futuro desarrollo sexual (caso de menores), y de no ser utilizado como objeto sexual respecto a la satisfacción de los deseos personales de terceros(caso de discapacitados.

    Por tanto, los/as jóvenes socialistas consideramos la libertad sexual como un derecho relativo a la libre satisfacción de las necesidades sexuales que no depende de nada ni de nadie.

    La sexualidad es una de las partes más íntimas y sensibles de un ser humano. Por desgracia, a pesar de los avances que ha habido en este campo, legales y sociales, cuando alguna persona tiene una orientación sexual que se sale de lo que la hipócrita cultura reinante entiende por "normal", siguen existiendo actitudes de exclusión y de falta de respeto hacia dichas personas.

    El rechazo a los homosexuales, originado durante el siglo XIX, fue instigado por figuras como Sigmund Freíd o Richard Von Krafft-Ebing que asociaron la homosexualidad a la categoría de trastorno mental, siendo fruto de esta mentalidad, la inclusión por la OMS de la homosexualidad dentro de la lista de enfermedades mentales, hasta que fue suprimida en 1960 Los y las jóvenes socialistas hemos defendido siempre la libertad sexual y del reconocimiento de la diversidad sexual como algo verdaderamente normal y positivo. Los y las jóvenes socialistas queremos y debemos seguir siendo un punto de referencia de todas las personas, especialmente de los jóvenes, que defienden, trabajan o entienden cualquier tipo de orientación sexual como natural. Y estamos en la obligación de transformar la sociedad removiendo las conciencias hipócritas de aquellos que se niegan a reconocer la diversidad sexual como valor positivo, realmente normal y consustancial al género humano.

    El Gobierno socialista ya ha modificado la Ley para permitir el Matrimonio entre personas, con independencia del sexo de éstas. Debemos atender ahora las reivindicaciones históricas de los y las transexuales, a través de una Ley de Identidad de Género que incorpore, entre otras medidas, la gratuidad de la operación de reasignación de sexo pero que sin ser ésta obligatoria para conseguir el cambio en la esfera jurídica.

    Debe crearse una conciencia de lucha por la igualdad internacional, las mujeres tienen problemas diversos en cada país, pero frente a estas singularidades, hay una causa común a todas ellas que debe solucionarse paralelamente en todo el mundo: es necesario una acción y una conciencia global de la igualdad entre géneros

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